Las llamadas eran frecuentes, pero aún la súplica desesperada de mi madre,
no podía hacerme renunciar a mis sueños. Quiero decir, ¿aló? Tenía una vista de
Big Mountain desde mi ventana de la cocina. Podría hacer bisutería, marcos de
fotos o cualquier otra cosa que mi lado creativo inventara, junto a ese paisaje
pintoresco. Bueno, si yo consiguiera ganar suficiente dinero, lo sería.
Las voces clamaban por todo el parque, los niños chillaban, y una suave brisa
sopló mi flequillo, nuevamente regresando mi atención en el presente.
Instintivamente, levanté la mirada hacia la cima arbolada.
A pesar de lo que mi
mamá pensaba, a pesar de lo difícil que era ganarse la vida, aquí era donde yo
pertenecía. Vivir en una ciudad tenía muchas más oportunidades de trabajo, salas
de cine y parques temáticos, cierto… pero no calmaba mi alma como este
pequeño pueblo especial con su vista de trescientos sesenta grados de
sorprendentes creaciones de la naturaleza.
Una pareja de jóvenes saltaban con su hija, riendo y sonriendo mientras se
abrían camino hacia el puesto de limonada. El familiar sentimiento de nostalgia se
extendió por mí. Con tan sólo un mes hasta mi trigésimo cumpleaños, era difícil
extendió por mí. Con tan sólo un mes hasta mi trigésimo cumpleaños, era difícil
creer que aún estaba soltera.
De acuerdo con mi mamá, yo ya estaría casada y
con una familia, si no fuera por la baja oferta de solteros elegibles en este
pequeño pueblo de montaña. Pero, ¿acaso el hombre adecuado no necesitaría
también estas montañas y sus joyas al aire libre que lo rodean, para sentirse
completo? ¿No se despertaría emocionado de experimentar cualquier aventura al
aire libre que la temporada tuviera que ofrecer? ¿Conmigo? No, dejar esta
ciudad, bien podría significar dejar al hombre que estaba a punto de encontrar.
No podía renunciar a lo que yo quería
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