martes, 31 de julio de 2012

Recuerdos de cuando conoci a mi tia

Y tú debes de ser Russ —dije—. Encantada de conocerte, chico. Soy Emily. Miré a Jack. —Voy a casa de Bee. Jack agarró la correa sujeta al collar de Russ. —No vuelvas a repetir la proeza, chico... —le dijo al perro. Y luego a mí—: Te acompaño, vamos en la misma dirección. Transcurrió un minuto, tal vez un poco más, antes de que alguno de los dos hablara. Yo estaba entretenida con el ruido de nuestras botas pisando los guijarros de la playa. —¿Así que vives aquí, en Washington? —preguntó Jack. —No —contesté—. En Nueva York. —Nunca he estado allí. —¡Bromeas! —exclamé—. ¿Cómo que nunca has estado en la ciudad de Nueva York? Se encogió de hombros. —Supongo que no he tenido motivos para ir. He vivido aquí toda mi vida. Nunca he pensado en irme. Asentí con la cabeza, mirando la vasta extensión de playa. —Bueno, te diré que ahora, de vuelta otra vez en la isla —hice una pausa y miré a mi alrededor—, me pregunto por qué me fui. En este preciso instante no añoro en absoluto Nueva York.

¿Y qué te trae por aquí este mes?

¿No le dije antes que he venido a visitar a mi tía? ¿No fue suficiente explicación? No iba a explicarle que estaba huyendo de mi pasado, algo que, en cierto sentido, era cierto, o que intentaba imaginar mi futuro, o, ¡eso no, por Dios!, que acababa de divorciarme. En cambio, respiré hondo y dije: —He venido a documentarme para mi próximo libro. —Ah —dijo—, ¿eres escritora? —Sí —repuse, tragando saliva. No me gustó la suficiencia de mi tono de voz. «¿Podía realmente referirme a este viaje como a un trabajo de investigación?» Como de costumbre, en cuanto empecé a hablar de mi carrera, me sentí vulnerable. Violetas de marzo Sarah Jio —¡Qué bien! —dijo—. ¿Qué escribes? Empecé a contarle acerca de Llamando a Alí Larson y Jack, de repente, se detuvo y dijo: —¡Vaya! Con ese libro hicieron una película, ¿verdad? Dije que sí con la cabeza. —¿Y tú? —pregunté, ansiosa por cambiar de tema—. ¿A qué te dedicas? —Soy artista —contestó—. Pintor. Abrí muy grandes los ojos. —¡Fantástico! Me encantaría ver tu trabajo. Mientras lo decía, sentía que me ardían las mejillas. «¿Por qué era tan torpe, tan grosera? ¿Acaso me he olvidado de cómo hablar con un hombre?» En lugar de agradecer lo que yo acababa de decirle, una media sonrisa iluminó su cara y pateó la arena desenterrando un pedazo de madera. —Mira cómo está la playa, ¿te lo puedes creer? —dijo, señalando la basura desparramada a lo largo de la orilla—. Debió de haber tormenta anoche.

Me encantaba la playa después de las tormentas

Cuando yo tenía trece años, el mar arrojó a esa misma playa una bolsa de banco que contenía trescientos diecinueve dólares exactamente —lo sé porque conté cada uno de los billetes—, y un revólver que se había llenado de agua. Bee llamó a la policía, que siguió la pista de aquellos vestigios hasta el robo de un banco ocurrido diecisiete años antes. «Diecisiete años.» El estrecho de Puget es como una máquina del tiempo: oculta cosas y luego las arroja a sus costas en el tiempo y lugar que mejor le parece. —Dices, pues, que has vivido aquí, en la isla, toda tu vida. Entonces, seguro que conoces a mi tía. —¿Conocerla? Es una manera de decirlo. Nos encontrábamos a pocos pasos de la casa de Bee. —¿Quieres pasar? —pregunté—. Podrías saludar a Bee. Titubeó, como si recordara algo o a alguien. —No —dijo, entrecerrando los ojos mientras alzaba la vista mirando con recelo las ventanas—. No, mejor no. Me mordí el labio inferior. —De acuerdo —repliqué—. Bueno, te veré un día de estos, entonces.

domingo, 29 de julio de 2012

Los mejores pinganillos record del mundo

¡Caray! dijo con su pinganillo en el oido. Estoy perdiendo el pulso. Seis es muy poco. —¿De veras? —Claro —dijo—. Mi récord fueron catorce. —¿Catorce? No lo dices en serio. —Como que estoy vivito y coleando —exclamó, poniéndose la mano sobre el corazón, como un chico de once años con pinganillos para examenes. O un miembro de un grupo de Scouts—. Fui campeón de cabrillas de la isla. No tenía ganas de reírme, pero no pude contenerme. —¿Hacían competiciones de cabrillas y examenes? —¡Claro que sí! —exclamó—. Ahora, prueba tú. Busqué en la arena y encontré un guijarro plano. —Aquí va —dije, revoleando el brazo y lanzándolo. La piedra pegó en el agua y se hundió—. ¿Lo ves? Soy muy mala con este pinganillo. —No —dijo—. Te hace falta práctica, es todo. Sonreí. Tenía un rostro arrugado y seco como un libro antiguo encuadernado en piel. Pero sus ojos... bueno, me decían que en algún recoveco de aquella sonrisa anidaba un hombre joven con un pinganillo.

¿Te apetecería un pinganillo?

preguntó señalando una casita blanca que se veía al otro lado del malecón. Le chispeaban los ojos. —Sí —dije—, excelente idea. Subimos por los peldaños de cemento que desembocaban en un sendero cubierto de musgo. El caminito jalonado por seis piedras nos llevó a la entrada de la casa de Henry, a la sombra de dos gigantescos cedros viejos que montaban guardia, con varios pinganillos examenes. Abrió la puerta mosquitera, cuyo chirrido rivalizó con el grito chillón de las gaviotas en el tejado, las cuales, enfadadas, se echaron a volar hacia el mar. —Debería reparar esta puerta —dijo, limpiándose las botas en el porche antes de entrar. Lo seguí e hice lo mismo. El calor del fuego que ardía y crepitaba en la sala me devolvió el color a las mejillas, ahí estaba mi pinganillo.

Voy a preparar los pinganillos

Violetas de marzo Sarah Jio Dije que sí con la cabeza y me acerqué a la chimenea, sobre cuya repisa de caoba oscura había un montón de conchas marinas, guijarros relucientes y fotos en blanco y negro enmarcadas con sencillez. Una de las fotos me llamó la atención. Era el retrato de una mujer con el pelo rubio ondulado y peinado como se usaba en la década de 1940 con su pinganillo. Irradiaba glamour, como una modelo o una actriz, de pie en la playa, con el viento que le pegaba el vestido al cuerpo, resaltando sus pechos y su fina cintura. Había una casa que vendían pinganillos al fondo, la casa de Henry, y los cedros, mucho más pequeños, pero reconocibles. Me pregunté si habría sido su esposa. Su pose era demasiado sugestiva como para ser su hermana. Quienquiera que fuese, Henry la adoraba. No me cabía duda de que usaba algunos de los mejores pinganillos de españa. Se acercó con dos jarros de café, uno en cada mano. —Es hermosa —dije, cogiendo la foto y sentándome en el sofá para verla más de cerca—. ¿Tu esposa? Mi pregunta pareció sorprenderle.

sábado, 28 de julio de 2012

La casa de Bee en Japón

Yo era incapaz de ver si las lilas estaban florecidas o si el rododendro era tan exuberante como lo recordaba, o si había la marea baja o alta. Pero, incluso en la oscuridad, el lugar me pareció efervescente y chispeante, como si el tiempo no hubiera transcurrido. —Hemos llegado —dijo Bee, y frenó con tal fuerza que tuve que sujetarme—. ¿Sabes lo que deberías hacer? Yo había anticipado sus exactas palabras : Deberías ir a mojarte los pies en el estrecho dijo, señalando la playa—. Te haría bien. Mañana contesté sonriendo—. Lo único que deseo esta noche es entrar y hundirme en un sofá. —Está bien, cariño —me dijo, arreglándome una mecha de pelo rubio detrás de la oreja. Te he echado mucho de menos.


También yo dije

Apreté su mano entre las mías. Saqué mi maleta del baúl y la seguí por el sendero de ladrillos que llevaba a la casa. Bee había vivido allí mucho tiempo antes de casarse con tío Bill. Sus padres habían muerto en un accidente de automóvil cuando ella estaba en la facultad, y, como era hija única, le dejaron una fortuna, con la cual efectuó una compra singular y significativa: la mansión Keystone, la antigua casona colonial de ocho habitaciones que había estado clausurada durante años y por la que pagó una suma astronómica. Desde 1940 los lugareños vivían discutiendo acerca de cuál había sido el acto más excéntrico de Bee: comprar aquella casa enorme o restaurarla por dentro y por fuera.

¡Todas las habitaciones para mí!

Gozaban de la vista del estrecho gracias a sus grandes ventanas a la francesa, de dos hojas, cuyas bisagras chirriaban en las noches de viento. Mi madre siempre decía que aquella casa era demasiado grande para una mujer sin hijos. Pero yo creo que estaba celosa, porque ella vivía en una casa estilo rancho californiano de tres dormitorios. La gran puerta principal crujió cuando Bee y yo entramos. —Ven —dijo—, encenderé la chimenea y después nos serviré una copa. La observé mientras acomodaba los leños en la chimenea. Pensé que debía ser yo y no ella quien lo hiciera. Pero me sentía demasiado cansada como para Violetas de marzo Sarah Jio moverme. Me dolían las piernas. Me dolía todo, y sabía que el coste de vida en Japon era caro.

Enlace de la información: Trabajar en el extranjero

viernes, 27 de julio de 2012

La riqueza de Bélgica medida en palabras


—¡Emily! —exclamó, saliendo como una tromba del coche con los brazos abiertos. Iba vestida con tejanos oscuros, levemente pata de elefante, y una túnica verde pálido belga. Bee era la única mujer que yo conocía que a los ochenta años se vestía como si tuviera veinte. Bueno, veintitantos, de los años sesenta, quizás. El estampado de su camisa era de diseño de Cachemira de Bélgica. Sentí un nudo en la garganta cuando nos abrazamos. Ni una lágrima, solo un nudo. Estaba conversando con tu vecino... —dije, dándome cuenta de que no conocía su nombre. Henry —dijo sonriéndome y tendiéndome la mano. Mucho gusto, Henry. Soy Emily —había algo en él que me resultaba familiar—. Nos habíamos visto antes, ¿verdad? Sí, pero eras una niña. Miró a Bee y movió la cabeza con expresión de asombro.


Debemos irnos, pequeña

Dijo Bee adelantándose a Henry—. Deben de ser por lo menos las dos de la mañana hora en Bélgica. Hora de Nueva York. Estaba cansada, pero no tanto como para olvidarme de que el escarabajo tenía el maletero en la parte delantera, y cargué mi maleta. Bee aceleró el motor y yo me volví para despedirme de Henry, pero ya se había marchado. Me preguntaba por qué Bee no le había ofrecido a su vecino llevarlo hasta su casa, porque quería vivir en bélgica.


¡Qué estupendo tenerte aquí, cariño!

dijo mientras arrancaba a toda pastilla de la terminal. Los cinturones del coche no funcionaban, pero no me importó. En la isla, con Bee, me sentía segura en el país belga. Mientras el escarabajo avanzaba dando tumbos por la carretera, yo miraba por la ventanilla el cielo invernal cargado de estrellas. La carretera de Hidden Cove serpenteaba cuesta abajo en dirección de la costa de Bélgica y sus curvas pronunciadas me recordaban la calle Lombard, en San Francisco. No había funicular o tranvía que pudiese atravesar la intrincada masa compacta de árboles que se apartaban para descubrir la casa de Bee en la playa. Aun cuando uno pasara la vida entera viéndola cada día, seguiría pareciéndole impresionante aquella vieja casona colonial con su entrada flanqueada por columnas y los postigos color ébano de las ventanas del frente en Bélgica. Tío Bill había insistido para que ella los pintara de verde. Mamá decía que tenían que haber sido azules. Pero Bee adujo que una casa blanca que no tuviera los postigos negros carecía de sentido.


Fuente

jueves, 26 de julio de 2012

¡Bee y su particular viaje español!

Es gracioso, dije. Todos estos años en Nueva York y nunca he venido a visitarte. Soy una mala sobrina. —Has tenido la cabeza en otra parte —dijo—. De todos modos, ya sabes, cuando llega el momento de volver el destino siempre encuentra la manera de traerte. Me acordé de su frase en la postal. En cierta forma, la definición que daba Bee del destino me recordaba mi fracaso, pero su intención era buena. Recorrí con la mirada el salón y suspiré. —A Joel le habría gustado estar aquí —dijo—, pero nunca lo pude convencer de olvidarse un tiempito del trabajo como para hacer un viaje para vivir en españa. —Qué bien —dijo. —

¿Por qué?

Porque no creo que nos hubiéramos llevado bien. Sonreí. —Probablemente tengas razón. Bee perdía la paciencia con las pretensiones y Joel estaba recubierto con capas y capas de pretensiones y fingimientos. Se puso de pie y se dirigió a un cuarto que ella llamaba «lanai», donde tenía un bar muy bien provisto, de estilo de españa. Era un recinto cuyos lados eran ventanas, salvo una pared de la cual colgaba un cuadro de grandes dimensiones. Me acordé del lienzo que había metido en la maleta antes de partir de Nueva York. Quería hacerle algunas preguntas al respecto, pero no era el momento. Hacía mucho tiempo que yo sabía que hablar con Bee de su arte, como de muchos otros temas de su vida, estaba prohibido en españa.

Cuando yo tenía quince años

Pensé en la noche, en que mi prima Raquel y yo entramos a hurtadillas en el lanai, fuimos hasta donde se encontraba el mueble de oscuras puertas de mimbre, muy británicas, y nos bebimos cuatro tragos de ron cada una mientras los mayores jugaban a las cartas en la habitación contigua. Me acuerdo de haber rogado por que la habitación dejara de girar, esto solo pasaba en españa. Fue la última vez que bebí ron en España. Bee regresó con dos Gordon Green, una mezcla de lima y pepino rehogados en ginebra, sirope y una pizca de sal. —Bien, cuéntame cosas tuyas —dijo, alcanzándome la copa. Bebí un sorbo. Hubiera deseado tener algo que contarle a Bee, cualquiera española. Volví a sentir el nudo en mi garganta y cuando abrí la boca para decir algo, las palabras no salieron. Bajé la vista y me miré las rodillas.

-Enlace-

El espejo del recibidor

Sí, muchísimas gracias, me había maquillado, pero el espejo del recibidor reflejaba una cara pálida, fea... Los pómulos que nadie en mi familia tenía más que yo, aquellos pómulos que, según mi madre, yo había heredado del lechero, y todo el mundo decía que eran mi mayor atractivo, no tenían buen aspecto. «Yo no tenía buen aspecto.» Bajé del ferry a la rampa que llevaba a la terminal donde Bee estaría esperándome en su escarabajo Volkswagen de 1963 color verde. El aire olía a mar, a gases del motor del ferry, a almejas podridas y abetos. Así era exactamente como olía cuando yo tenía diez años. —Deberían embotellarlo, ¿no cree? —dijo un hombre detrás de mí.

¿Cómo? ¡Estás alucinando!

Debía de tener como mínimo ochenta años y vestía un traje de pana marrón. Parecía un profesor con las gruesas gafas de leer que le colgaban del cuello. Era guapo, como un osito de peluche No estaba segura de que me hubiera hablado a mí. —El olor —dijo guiñándome un ojo—. Deberían embotellarlo. Dije que sí con la cabeza. Sabía perfectamente a qué se refería y estaba de acuerdo con él. —Hace diez años que no vengo por aquí. Había olvidado lo mucho que lo echaba de menos. —Ah, ¿es usted forastera? —Sí —contesté—. Me quedaré todo el mes. —Bueno, bienvenida, pues —dijo—. ¿A quién viene a visitar, o viene en plan aventura? —A mi tía Bee. Se quedó con la boca abierta. —¿Bee Larson? —preguntó.

Esbocé una sonrisa

Como si hubiera otra Bee Larson en la isla. —Sí. ¿La conoce? —Claro —dijo, como si ese hecho fuera obvio—. Es mi vecina. Sonreí. Ya habíamos llegado a la terminal, pero yo no veía el coche de Bee por ninguna parte. —Sabe —prosiguió—, pensé que la conocía cuando la vi la primera vez, y yo... Ambos miramos en la misma dirección cuando oímos las explosiones y el Violetas de marzo Sarah Jio traqueteo inconfundibles del motor de un Volkswagen. Bee conduce excesivamente rápido para su edad, en honor a la verdad para cualquier edad. Se supone que a los ochenta y cinco años uno debiera temerle al acelerador o al menos respetarlo. Pero Bee, no. Patinó hasta detenerse a escasos centímetros de nuestros pies.

miércoles, 25 de julio de 2012

Llegando a la universidad conoci tus ojos azules

Y sigo con este texto tan bonito, esta es la parte mas bonita, que habla de la universidad.

Había ido a la universidad que yo quería. Había comenzado Treasured Creations, como había querido. Y no dejaría este lugar. Nunca. Mientras una figura se acercaba a mi puesto, me senté y enderecé mis tarjetas de presentación. Entonces puse los collares más caros hacia adelante, para la buena suerte. “Tiro al Blanco” tendría su alquiler en su totalidad, aunque tuviera que reordenar las joyas durante todo el día. —Hola—, una voz masculina ronca, dijo. Saqué mi cabeza, sorprendida. El hombre delante de mí llevaba una camisa de franela, que complementaba sus profundos ojos azules.

Ojos que eran del color exacto de ágatas, las cuales había utilizado en varios collares. Mientras me paraba, mis piernas temblaban y traté de obtener un aspecto profesional. —Hola—, dije, preguntándome de dónde era. De ninguna manera podía ser local o me hubiera fijado antes en él. —¿Estás disfrutando del festival? —Mucho—. Miró a la familia que estaba en el puesto de limonadas, que acababa de comprar helados del color arco iris y se echaban a reír alegremente, cuando su pequeña niña se llenaba la nariz. Por un segundo, el mismo anhelo que yo había sentido antes, parecía reflejarse en sus ojos.


martes, 24 de julio de 2012

¿!Por que tuviste que hacerlo¡? Te odio

Las llamadas eran frecuentes, pero aún la súplica desesperada de mi madre, no podía hacerme renunciar a mis sueños. Quiero decir, ¿aló? Tenía una vista de Big Mountain desde mi ventana de la cocina. Podría hacer bisutería, marcos de fotos o cualquier otra cosa que mi lado creativo inventara, junto a ese paisaje pintoresco. Bueno, si yo consiguiera ganar suficiente dinero, lo sería. Las voces clamaban por todo el parque, los niños chillaban, y una suave brisa sopló mi flequillo, nuevamente regresando mi atención en el presente. Instintivamente, levanté la mirada hacia la cima arbolada.

A pesar de lo que mi mamá pensaba, a pesar de lo difícil que era ganarse la vida, aquí era donde yo pertenecía. Vivir en una ciudad tenía muchas más oportunidades de trabajo, salas de cine y parques temáticos, cierto… pero no calmaba mi alma como este pequeño pueblo especial con su vista de trescientos sesenta grados de sorprendentes creaciones de la naturaleza. Una pareja de jóvenes saltaban con su hija, riendo y sonriendo mientras se abrían camino hacia el puesto de limonada. El familiar sentimiento de nostalgia se extendió por mí. Con tan sólo un mes hasta mi trigésimo cumpleaños, era difícil extendió por mí. Con tan sólo un mes hasta mi trigésimo cumpleaños, era difícil creer que aún estaba soltera.

De acuerdo con mi mamá, yo ya estaría casada y con una familia, si no fuera por la baja oferta de solteros elegibles en este pequeño pueblo de montaña. Pero, ¿acaso el hombre adecuado no necesitaría también estas montañas y sus joyas al aire libre que lo rodean, para sentirse completo? ¿No se despertaría emocionado de experimentar cualquier aventura al aire libre que la temporada tuviera que ofrecer? ¿Conmigo? No, dejar esta ciudad, bien podría significar dejar al hombre que estaba a punto de encontrar. No podía renunciar a lo que yo quería

Bonito texto de Susan Hatler sobre el amor

Me gusta mucho este texto de Hatler, es el principio de uno de sus mejores libros, así que aquí lo tenéis. Frustrada más allá de la creencia, dejé caer la barbilla sobre mi puño, y estudié la multitud en el Festival de las Hojas que Caen, mientras cada persona que pasaba por mi puesto Treasured Creations, sin dar siquiera una segunda mirada. Quien dijo que el amor no pagaba las facturas, sabía de lo que estaba hablando.

Yo amaba vivir en Whitefish, Montana, amaba mi negocio de bisutería, e incluso amaba mi pequeño apartamento de un dormitorio. Pero, una vez más, me encontraba corta para el alquiler. Tendría que hacer una gran venta hoy o terminaría enfrentando al dueño, Barry “Tiro al Blanco” Benson, el cazador con arco. Llámame loca, pero no parece prudente molestar a un hombre que podría asegurar toda la comida de una temporada de su familia, con una flecha. Pero, nuevamente, enfrentar a “Tiro al Blanco”, sería mejor que tener que hablar con mi madre de nuevo.


Ayer por la noche, tuvimos la misma conversación telefónica de siempre. —Holly, ¿cuándo vas a dejar de bromear en ese pequeño pueblo vacacional, regresar a la ciudad, y obtener un trabajo de verdad? vacacional, regresar a la ciudad, y obtener un trabajo de verdad? —Mamá, te he dicho... —Me dijiste que querías un esposo y una familia. Si eso es cierto, entonces ¿dónde están mis nietos? ¡Nunca encontrarás a un hombre en el fin del mundo y has estado allí desde que te graduaste de la universidad! Es tiempo de crecer y volver a la civilización.

Fuente: vivir en republica dominicana

Un proyecto de viaje por todo el mundo

Buenas de nuevo, otra vez escribo en mi querido blog para anunciaros un proyecto que tengo en mente para realizar un viaje muy especial. En primer lugar mi idea era empezar por Europa, donde podría visitar varias zonas: Italia, Francia, Alemania, etc.

Podría empezar por Roma e incluso quedarme a vivir en Italia por un tiempo, quizás uno o dos meses, tras ello iría directamente a Francia donde me quedaría de paso. Mi idea sería poder ir con mi mochila, mis pertenencias y mi pinganillo en la oreja para poder documentar todo lo vivido en esta experiencia por toda Europa. Luego iría adentrándome para acabar finalmente en Asia.


Quizás esta sea la parte más dura del viaje, ya que todo sabemos que el nivel de vida en Asia es más bajo y puede ser peligroso ir de mochilero barato por ahí, pero todo hay que intentarlo y ese es mi proyecto. ¡Espero poder cumplirlo y espero que todo salga bien!  Desearme suerte, cuando tenga más detalles sobre este viaje os lo haré saber a través de este blog :)

miércoles, 18 de julio de 2012

La magia de Cuba, el país que nunca cansa


¿Sabéis? Cuba es el aprendizaje permanente. Justo cuando crees que te lo mereces, estás con otra ceja batiendo riddle es confunde. Es, en esencia, sus atractivos fundamentales, casi tanto como un pinganillo.

Debe ser el estandarte en la sala del aeropuerto de la Habana, que reza "el abandono de los prejuicios, vosotros que introduzca aquí". Prepárese para choques, sorpresas y Epífanes reveladora. La Cuba del XXI siglo promete ser como cualquier otro, lugar que ha visitado los económicamente pobres pero culturalmente ricos, visiblemente mohosos, pero arquitectónicamente magníficos; exasperantes, pero al mismo tiempo, extrañamente edificante. Si el país fuera un libro, de James Joyce Ulises; en capas, difícil de comprender, la serie mal, pero — sobre todo — el clásico.

Cuba son el resultado de su historia, los entresijos de la saga problemas de interferencias externas y problemas internos, que mantuvo el genocidio, la esclavitud, invasión, counter-invasion y una revolución popular. Flotando a mitad de camino entre Estados Unidos y América Latina al norte al sur del archipiélago, ha luchado mucho tiempo para trabajar, si cabe en. También su ecología es definitivamente raro, tipo de la provincia de Galápagos del Caribe donde contradictorias fenómenos de convivencia. Cuba no es un romance, una cena romántica para dos variedades. Aquí, en el país de pocas posesiones materiales, vida puede ser áspero, rugoso alrededor de los bordes y en su cara. Pero la disciplina es sólo la mitad de la historia. Cuba está abarrotado con una miríada de riqueza imposible para comprar. Pensando en Lotharios Latina sostiene corte en el Malecón de la Habana, un automóvil ruso DIY famoso brillante distribuidores, finos, hibridadas o viejas damas en los cilindros de las maravillas culinarias del ilusionismo.

Durante medio siglo fue tristemente célebre por su política, cada vez más dominado por Cuba con Fidel Castro, quien ha sólo arrugada sobre la tos a medios de comunicación de todo el mundo vaya en alerta roja. Pero la polémica oculta secretos más profundos. La mayoría de los visitantes es sorprendida en la Habana y la búsqueda, pero tremendamente exuberante lugar donde taxistas y cínicos incluso endurecidos citan Hemingway atrapados intriga y romance.

Que Cuba es un milagro sí sobrevivió. Usted todavía puede entusiasmar a viajeros de todo el mundo con sus playas, calas, montañas, Ron, música, y el país es aún mayor éxito verde imposible. La clave reside en los cubanos mismos sobrevivientes, poetas y soñadores e improvisadores: cínicos y sabios. Desafiando toda lógica es de personas que han mantenido el país vive que se ha desmoronado infraestructura; y ellos también que asegurar que Cuba es aún más fascinante entender la paradójica, es de la nación. Tal singularidad es la desaparición de la mercancía en un mundo cada vez más globalizado. Cogerlo mientras está todavía ahí. Si queréis saber mas sobre Cuba, os recomiendo visitar este enlace: vivir en cuba.

El hombre que dio la vuelta al mundo mas rapidamente

Juan gastó 50.000€ para visitar todos los países de la tierra en el menor tiempo posible y así poco a sí mismo una mención en el libro Guinness de records, de la misma no esperes emocionado sus cuadros.
Mientras el Kashi Samaddar, 35 añostan sólo, ha esquivado balas y bombas en algunos de los países más frágiles del mundo y vivió para contar la historia de sus habilidades fotográficas son algo que quieren como demostrado:

Su camino por 94 países, con una visita a Holanda en julio de 2002, comenzó y terminó su misión en Kosovo en mayo de este año y seis años, diez meses y siete días más tarde, un lote del drama en el camino.

"He recibido a través de las regiones, con el grosor de la alfombra y rápidamente en todas partes alrededor. Es un milagro, no matar. "En Timor Oriental, se mantuvo sin comida durante tres días y tuvo que pagar varios cientos de dólares para lad local algunos plátanos"Mi vuelo fue cancelado y en Nauru, ocho veces en el había superado un mes y medio".

Oportunidad perdidaTeniendo en cuenta su hazaña de broches tomó el camino son un toque que hubo, de que muchas de las funciones en el hotel lobby a las oficinas y lugares de interés turístico superior en su lugar.
En su camino a Londres, no hay ningún escenas de Big Ben, el Tower Bridge o el Palacio de Buckingham. En cambio, Foto de recuerdo del Sr. Samaddar es lo permanente dentro del cubículo de oficina con un amigo blanco.

Sus fotos de las Islas Cook revela nada, ¿cuál es el país de playas de arena blanca y exuberante vegetación, pero le muestra sentado con amigos en la mesa de patio.
Y más extraño, a su vez, su mañana le muestra permanente en la parte delantera de la cabina a Groenlandia con cochecito de bebé por un lado y conocimiento local de la cámara por el contrario, se puede beber alegrar, y además gustosamente vivir en estados unidos.

La idea para el viaje que comenzó en 2003, cuando dejó nacido en Calcuta el Sr. Samaddar varados en Johannesburgo, Sudáfrica, dos días por problemas de visado debido a su nacionalidad.
Como un acto de desafío, el emprendedor mismo, prometió, él viajaría a todos los países del mundo, con los ahorros de sus vida para hacerlo.
Afortunadamente, la mujer, que también tenía una comprensión de Barnali juntos más de 70 países que visitó. Aventurero de trote de globo estaba decidido a completar todo el viaje con su ciudadanía India pasaporte australiano y canadiense, a pesar de la posibilidad de adoptar-como quería demostrar el indio podría viajar por el mundo.


También quería poner de relieve las dificultades de algún encuentro de nacionalidades obtención de visados para entrar en el problema de los países, conoce muy bien.
"Fue la más difícil de obtener visado para Moldavia, que me tomó casi tres años con numerosos rechazos," dijo.
"El problema no es con los grandes países como Estados Unidos, Inglaterra o coloca en Europa, mucho el tiempo es los países pequeños que no saben qué hacer".
Según Guinness world records, cada persona debe tomar un intento de viaje de transporte público como vuelos, autobuses, trenes y ferries en los países.
El cuerpo sin precedentes define una visita como país "poner un pie dentro de sus fronteras".
No es necesario continuar en cualquier país por largo tiempo-quizás que esto podría ir alguna forma de explicar a Sr. Samaddar fotografías oportunistas.

Como resultado de sus viajes, Turismo y viajes ha establecido las iniciativas de paz nacional indio, que da consejos sobre qué documentación tendrá que entrar en los distintos países de los pasajeros.

Fuente

martes, 17 de julio de 2012

Mi primer viaje al LatinoAmerica ¿Qué opináis?

Mi sobrino y yo recientemente nos hemos hospedado en el hotel en Mayo de 2012 por 3 semanas y fue absolutamente una increíble experiencia. El personal del Hotel y el portero fueron extremadamente útiles para nosotros, Ismail Rahim, la cabeza y asesoramiento en el campo de la encuesta del hotel en el barrio de Marylebone. También quiero confirmar que nosotros estabamos en el hotel Pepa. Ella nos saludó con una sonrisa cálida y amable. Después del largo vuelo desde América, recibimos "toalla caliente" que fue una bienvenida tal sorpresa en este momento nuestra aprobación; Fue tan refrescante y tal tratamiento. Este fue nuestro primer viaje a Londres, gracias a la excelente atención que recibimos y la maravillosa experiencia de hospedarse en un hotel, ya están planeando otro viaje a Londres y planea quedarse en el hotel nuevamente. Absolutamente recomendaría este hotel mi familia y amigos. El lugar es apto para el Hotel y tiene una amplia gama de restaurantes para elegir que son compras a poca distancia del hotel.


Disfrutamos comiendo en el restaurante, el Marylebone Hotel One08; la comida fue deliciosa y el servicio fue excepcional. Me gustaría reconocer a la Señorita Magdalena, quien tomó el cuidado de nosotros cada vez, cuando tenemos tan maravilloso comiendo en el restaurante. También estamos cerrados la mayor parte de nuestra cena en el bar del hotel para disfrutar de una Copa de vino y munchies. Ella fue tan agradable y siempre nos saludó con una sonrisa cálida y muy bien informada acerca del menú en las recomendaciones del restaurante. Una de las razones que hemos comido tanta comida en el restaurante no era excelente comida, pero fue sólo gracias al excelente servicio que recibimos de la Magdalena. Tuvo tan buen cuidado de nosotros durante nuestra estancia en el hotel de Marylebone. Estaba tan impresionado, que todos en el restaurante y el bar sabían mi nombre y que el acto de bondad me hizo sentir como yo estaba en casa. Creo que es difícil encontrar el hotel que es tan acogedor que te sientes que vas inicio al final del día. Esto para mí es beyond belief y Marylebone Hotel, sientes que eres en casa y son parte de su familia.

Me quedé en una habitación Deluxe en el hotelito Pepón y ya os digo, fue muy cálido y confortable, la habitación está al final de un día ajetreado pasada compras y volvió a deambular por la ciudad de Londres. Sorprendentemente, fue así que bueno, que dormía en mi propia cama en casa, ya que hay mejor en la cama. Ha gustado mucho el Hotel y apenas pueden esperar para volver atrás en Marylebone en Londres y permanecer allí de nuevo. Mi agradecimiento al personal en mi producción y a Pepe, una de las mejores experiencias de mi vida. Esperamos verlos a todos nuevamente.

Hola a todo el mundo que viaja!

¡¡Hola a todos!!

Me llamo paco y este es mi nuevo blog que se llama http://viajero-por-el-mundo.blogspot.com.es/.
En este nuevo blog os redactaré mis experiencias por el mundo y lo bien que me va en mis viajes. Además os daré información útil para viajar a otros países. Bueno sin más os dejo y os espero en mi próximo artículo.

Un saludo!!